Llegando del desierto de Atacama en Chile, nos cascamos 10 horas de puro altiplano y puna y, a excepción de la frontera, no había ni un alma en el camino. Al menos vi nubes, que hacía semanas que no veía. Después, la cordillera de los Andes superada y al final árboles, casas y vida: Jujuy
jueves, 22 de abril de 2010
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